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03 enero, 2024

Aquellas Cabalgatas.

Como no podía ser menos, recién estrenado este año 2024 y hallándonos en las fechas en las que nos hallamos, en esta ocasión vamos a intentar viajar en el tiempo y trasladarnos a hace un siglo, para comprobar cómo celebraban los sevillanos la llegada a su ciudad de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente; pero como siempre, vayamos por partes. 

En aquellos "Felices Años Veinte", posteriores a la llamada Gran Guerra, Sevilla se preparaba con premura para la Exposición Iberoamericana, cuya fecha de inauguración estaba fijada, tras no pocos retrasos, en 1929, todo ello en medio de un clima de inestabilidad social, voces reformistas que buscaban cambios y mejoras tanto a nivel nacional como a nivel local y la guerra en el norte de África como trágico telón de fondo por todo lo que conllevaba.

Foto: Reyes de Escalona.

Como es sabido, gracias a la encomiable figura del escritor y poeta José María Izquierdo ("Jacinto Ilusión), la primera Cabalgata de Reyes Magos se puso en la calle el 5 de enero de 1918, organizada por el Ateneo de Sevilla, saliendo desde la entonces calle Lombardos, ahora Muñoz Olivé, no lejos de la Plaza Nueva. Como ha divulgado el propio Ateneo, en aquella histórica primera ocasión las carretas de bueyes que participaron en aquel recordado cortejo repartieron más de 1.800 bolsas de caramelos, casi 500 cajas de dulces y 3.400 pesetas en juguetes más 1.000 en metálico, todo ello logrado merced a una campaña realizada entre todos los sectores de la ciudad, que se volcó tanto con sus donativos como en acompañar por las calles la primera cabalgata.

Foto: Ateneo de Sevilla.

José María Izquierdo, autor de la indispensable "Divagando por la ciudad de la Gracia", fallecerá en 1922 a la prematura edad de 36 años, dejando como legado para Sevilla haber constituido las figuras de los Reyes Magos y su Cabalgata como pórtico indispensable para una noche mágica, la de cada 5 de enero, en la que la ilusión y los caramelos se reparten a manos llenas.

Durante las Pascuas, la ciudad se aprestaba a celebrar la cabalgata poniendo todo de su parte, desde la consabida cuestación de donativos, que se publicaba en largas listas en la prensa local, hasta incluso, como en 1923, con un festival taurino a beneficio de los Reyes Magos, celebrado en la Plaza de Toros de la Real Maestranza y al que se facilitaba el acceso mediante invitación a todos los niños de las escuelas públicas y benéficas acompañados de sus maestros. Rifas, regalos, la actuación de los payasos "Charlot" y "Fatigón" y la lidia de una becerra (que no murió en la plaza), completaban esta celebración que servía para alegrar a los niños y, tal vez, recabar fondos para la Cabalgata, con la particularidad de que este festejo tenía lugar el día 6 de enero por la tarde. 

En cuanto al recorrido de la propia Cabalgata, por aquellos años el vistoso cortejo se formaba, salía y entraba del interior de la Plaza de Toros de la Real Maestranza, partiendo en dirección a los diferentes centros de beneficencia de la ciudad; el Ateneo, por su parte, invitaba a los sevillanos a que adornasen fachadas y balcones de las callas por la que transitaba la cabalgata pero, por qué no, quizás sea mejor que permitamos a un anónimo "plumilla" del diario El Liberal que narre el paso de los Reyes, provenientes de la calle Adriano, por la calle en la que estaba la sede del propio periódico:

"Al hacer su entrada en nuestra calle -García de Vinuesa- adquiere el espectáculo más que extraordinario lucimiento, verdadera solemnidad. El electricista Romero ha hecho una magnífica instalación de acera a acera en honor de los Reyes populares.

El industrial señor Ruiz de los Ríos ha adornado también su casa, instalando en la muestra del establecimiento una preciosa "estrella de rabo", a base de luces y flores. En todos los balcones hay colgaduras y al nivel de los barandales un rosario interminable de caritas de "diablos" en que se refleja una expresión de asombro ante la realidad de tanta grandeza para ellos..."

El orden del cortejo que efectuó su salida en 1923 a partir de las seis de la tarde estuvo conformado por: Gran Visir, Trompeteros anunciadores de los Reyes, Estrella de Oriente, Pajes, Heraldos, Batidores con banderas y estrellas, Rey Melchor con su séquito, Tres mulas con angarillas, una carroza adornada, banda de música municipal, batidores con banderas y estrellas, Rey Gaspar con su séquito, tres mulas con angarillas, Banda del Regimiento de Granada con tambores, una carreta adornada, Batidores con banderas y estrellas, Rey Baltasar con su séquito, tres mulas con angarillas, una carreta adornada y cerrando una banda de música.   

Los Reyes en San Luis. Foto: Ateneo de Sevilla.

No deja de tener interés cómo el anónimo cronista de El Liberal alude a que los Reyes visitaban el Hogar de San Fernando (situado en las inmediaciones de San Leandro por aquel entonces), el Hospicio Provincial (ahora Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses) o el Hospital de las Cinco Llagas, donde los Reyes entregaban regalos a niños y enfermos. Se ve, además, que el periodista acompañó como reportero todo el recorrido de la cabalgata, recogiendo anécdotas, impresiones a pie de calle, e incluso cartas a Sus Majestades, algunas de las cuales no nos resistimos a reproducir por su especial gracejo:

"Señores Reyes: las niñas quieren sillas y costureros y Rafael quiere un libro de cuentos. - Rafael de Alba. Vergara, 5."

"Seguimos ahora a paso de tortuga, por el gentío, cada vez mayor. En la plaza de los Terceros la aglomeración es enorme. Aquí son saludados los Magos por una murga, que toca a su paso la Marcha Real, ¡Muy bien!.

La calle Bustos Tavera tarda en recorrerla la comitiva más de media hora. En San Marcos le entregan a Baltasar (el negro) un memorial que cae al suelo u recogemos nosotros. Dice así: "Los hombres que hacen esta fiesta son los hombres más buenos de Sevilla.- Un bolchevique".

En calle San Luis le pregunta otro chico a Baltasar si el caballo es suyo. Estuvo graciosísimo el chiquitín. La cabalgata aprieta el paso y se detiene en el Hospicio Provincial".

Los regalos más habituales entonces eran pelotas, juegos de construcción, caballos de cartón, aros, los lujosos soldaditos de plomo y muñecos, juguetes todos que podían adquirirse en diferentes establecimientos sevillanos como el Bazar Español (calle Méndez Nuñez), el Bazar Sevillano (Calle Tetuán), La Fábrica de Juguetes (calle Sierpes, 45), Casa Leoncio Conde (calle Castelar, 2) o el Bazar de la Venera (calle José Gestoso), con especial mención a los muñecos llamados "Pepes" (también "Pepones") que se fabricaban en la calle Lanza cuya publicidad hemos recogido de las páginas de El Liberal:


 Tampoco se puede olvidar la faceta gastronómica de la Fiesta de Reyes Magos, en la que las principales confiterías sevillanas competían por brindar sus mejores productos, especialmente con el ya tradicional Rosco de Reyes mejor elaborado. En este sentido, la prensa de la época aludía a negocios como las Confiterías San Lorenzo, La Española, la Pastelería El Buen Gusto o la Pastelería Victoria de la familia Ochoa en calle Sierpes, en cuyos anuncios se aludía a que:

"Elaborará para los días 5 y 6 Roscos de Reyes, todos con "el haba" y entre éstas se pondrán tres monedas de oro de 25 pesetas y trescientas moneditas de plata de cincuenta céntimos."

Con tanto juguete y tanto rosco, nos hemos olvidado de la Cabalgata. Vayamos a su encuentro. La habíamos dejado en la calle San Luis, ya tras una obligada parada en el antes mencionado Hospicio se dirigía hacia uno de los puntos fuertes de su recorrido, la calle Feria, para luego desembocar en la Campana y desde ahí marchar hacia la Magdalena buscando la Plaza de Toros:

"Hemos entrado en la calle Feria. ¿Qué tiene esta calle que tanto luce la cabalgata? La alegría del público se comunica a todos y se aplaude, se grita, se dan vivas, se chicolea a las mujeres, se vuelven locos todos. La mayoría de los balcones lucen colgaduras y vistosas iluminaciones. Como más original citaremos la azotea de la casa número 123, adornadísima y en la que una murga tocaba alegres composiciones.

Desde Omnium Sanctorum a la Cruz Verde hay establecida una feria de juguetes, dulces y golosinas para los chicos. Los vendedores han hecho un gran negocio. Las tabernas del barrio, como en pleno verano, habían sacado a la calle las mesas y el público aguardaba el frío gustosísimo."

De lo que no cabe duda, leyendo crónicas del momento, es que pese a su juventud, la comitiva real promovida desde el Ateneo había calado ya muy hondo en los sevillanos, el recorrido solía terminar en torno a las once de la noche de nuevo en la Plaza de Toros; por cierto, por poner un ejemplo, en 1924 los Reyes Magos estuvieron encarnados por Adolfo Lama Collado, el pintor Santiago Martínez y el dramaturgo Jacinto Benavente, y al finalizar la cabalgata, como era costumbre, partieron a repartir regalos a diferentes hospitales infantiles y centros sanitarios,

Como vemos, hace cien años la tarde del 5 de enero se estaba convirtiendo en la víspera de la noche más mágica del año, en la que los "peques" duermen soñando con la fría amanecida del día siguiente y con una puerta que se abre hacia un salón en el que se obra magia en esa mañana de nervios y alegría;  será 6 de enero, fiesta de la Epifanía, pero esa, esa ya es otra historia. 

Postdata: si algún oyente o lector desea conocer mejor la historia de la Cabalgata, recomendamos las publicaciones sobre el tema de Vicente Flores Luque o de Enrique Barrero González. 

Foto: Ateneo de Sevilla.

18 diciembre, 2023

Sevilla, Navidad 1887.

En esta semana previa a la celebración de las Pascuas de Navidad, ya con sonido de fondo de villancicos y visitas a belenes, vamos a centrarnos en una curiosa revista que publicó sus primeros números en el siglo XIX y en cómo plasmó estas fechas tan tradicionales a través de sus páginas; pero como siempre, vayamos por partes. 

En un antiguo callejón perpendicular a la calle Moratín, no lejos de la calle Zaragoza, comenzó todo. Allí, en el siglo XVII, se ubicó la sede gremial  y el hospital de los Cómitres, o lo que es lo mismo, de los capitanes de la mar, de ahí que durante años aquella zona se llamase Plaza de los Cómitres o Barrera de los Cómitres, pasando a llamarse de Tirso de Molina en el siglo XIX en honor al escritor mercedario autor del Burlador de Sevilla, germen del Tenorio. Por aquellas fechas, fallecido prematuramente Alfonso XII en 1885, ocupando la regencia su viuda María Cristina y en un momento en el que las revistas satíricas gozaban de gran aceptación, se estableció la redacción de una, cuyos ejemplares nos han llegado en préstamo de manos de un buen amigo y mejor seguidor del noble arte de Gutemberg. 

La revista se llamó "Perecito", seguidora de la estela de otras como "El tío Clarín" y editó su primer número (se publicaba los domingos) en la Imprenta de Gironés y Orduña (Calle Lagar 3 y 5)  el 6 de noviembre de 1887, siendo si director Leoncio Lasso de la Vega; el precio de la suscripción mensual era de cincuenta céntimos, mientras que el número suelto costaba diez, pudiéndose incluso enviar a provincias de ultramar. La redacción de Perecito estaba conformada por una plantilla insultantemente joven, ya que, como ha estudiado Jesús Carlos Méndez Paguillo, en ella estaban integrados, por poner un ejemplo, los hermanos utreranos Joaquín y Serafín  Álvarez Quintero, que contaban a la sazón cada uno quince y diecisiete años de edad respectivamente, junto con otros autores como Manuel Cano y Cueto, Luis Montoto, Benito Más y Prat o Mercedes de Velilla, por citar algunos. 

En un primer momento careció de ilustraciones, centrándose en la crónica de la ciudad, poemas, artículos e incluso pasatiempos, todo ello en dos humildes pliegos con hojas tamaño folio. La temática de los artículos iba en muchas ocasiones en consonancia con la época del año, de ahí que nos hallamos fijado especialmente en el número del 25 de diciembre de aquel año de 1887, sobre todo porque menciona una costumbre navideña que por entonces tenía mucha presencia y que ahora en nuestros días prácticamente ha desaparecido: el aguinaldo, entendido como  especie de donativo o propina que trabajadores de todo tipo solicitaban (usando para ello tarjetas de diverso tipo) y recibían de los ciudadanos. 

Daniel Perea: Navidad.  Ilustración para la Revista "La Ilustración Española". 1875

"Perecito" daba su particular opinión sobre este tema: 

"La petición de aguinaldos va siendo realmente insoportable. Todo el mundo se cree con derecho a pordiosear con motivo de las Pascuas. Serenos, municipales, guardas, carabineros del muelle, repartidores de periódicos, carteros, aguadores, fontaneros, etc, etc,, os acosarán con sus injustificadas peticiones. Los unos en prosa, en versos chistosísimos los otros; ello es que se da el "sablazo", y, lo que es más triste, se recibe con resignación. 

Pero hay un modo eficaz de parar los golpes: contra el vicio de pedir hay la virtud de no dar. Y decir claro que no, a todo el que merezca las atenciones que solicita".

Otra tradición ya indispensable y popular era el jugar al sorteo de la Lotería de Navidad, que como se sabe, inició su andadura en Cádiz allá por diciembre de 1812. En aquella primera edición el billete costó cuarenta reales, el sorteo se celebró el 18 de diciembre (festividad de la Esperanza, no fue mala fecha) y el número agraciado resultó ser el 03604 con un premio de cuatro mil pesetas, nada menos. En la redacción de "Perecito" tenían su propia opinión, ciertamente pesimista, sobre este sorteo extraordinario, que ya por entonces movía miles de reales y tenía "enganchados" a muchos sevillanos: 

"Ya se pasó el susto del premio gordo de la lotería. Por esta vez los sevillanos se han quedado en el aire haciendo castillos de risueñas ilusiones. La loca fortuna les ha vuelto las espaldas, dejándolos con un palmo de narices. 

Los aficionados incorregibles suspiran y dicen "a otra"; y los que juegan por jugar, siguen perdiendo pesetas en el juego de azar lícito, en el mantenido y fomentado por Gobiernos sin gobierno. 

Así los pobres viven en la mayor miseria; los agricultores, industriales y comerciantes se arruinan, y todos se quejan y nadie encuentra el remedio. Y es que el remedio no es cosa de juego, sino de formalidad y trabajo, no de engaños y robos". 

Como detalle anecdótico, en aquel año el Gordo cayó íntegramente en Madrid con el número 24.566. En estos días actuales en los que las calles céntricas de Sevilla aparecen atestadas de público en busca de compras navideñas o simplemente de pasear admirando la iluminación propia de estas jornadas, "Perecito" publicó del mismo modo cómo era eso de pasar las Pascuas: 

"Sigue la piadosa costumbre de festejar el nacimiento de Cristo teniendo una Nochebuena por excelencia y unos cuantos días de descanso y regocijo. 

Para celebrar el nacimiento del que nos trajo la vida, nada más propio que atracarse de todo género de golosinas y alegrarse a costa de los barriles, y hacer una carnicería de cebados y pavos. 

Entre col y col, entre frutas y mazapanes, entre los pavos y dulces, suenen las zambombas y las panderetas, vengan las coplitas al Niño, hablen por los codos, ríanse hasta más no poder, y eche usted aguardiente que no se derrame, en señal de alegría y para entrar en calor, y en recuerdo al Dios de la gula. 

Así se compaginan Sancho Panza y Don Quijote."

Anuncio de 1877.

 Por último, para no cansar en demasía al oyente o lector, mencionar que gracias a unos curiosos versos de Serafín Álvarez Quintero podemos conocer cómo en la antigua calle de Alcuceros, ahora calle Córdoba, se establecía en aquellos años uno de los epicentros de las compras navideñas, pues en ella vendedores ambulantes ofrecían tortas, pestiños, corrucos, confites, piñonates o mazapanes, sin contar con la "fauna" habitual de sablistas, haraganes, piropeadores, borrachuzos, algunos en torno al célebre establecimiento "El Istmo", Gran Almacén de Víveres, en lo que sería todo un cuadro costumbrista que finaliza así:

"Ofrece, señores, 
La calle Alcuceros
un golpe de vista
que no lo hay mejor.
desde que por calle
Lineros entramos
hasta que salimos
por el Salvador."

La revista satírico literaria"Perecito" alcanzó gran popularidad pero, cosas de aquellas calendas, sólo perduró dos años, dejando paso a otras revistas en las que se integraron muchos de sus colaboradores, pero esa, es ya es otra historia. 

Llegado este punto, y antes de finalizar, aprovechamos para desear a los pacientes lectores de este humilde blog unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nazca en nuestros corazones.



20 diciembre, 2021

Secundarios de cuatro patas y una reliquia.

No cabe la menor duda de que en cualquier Belén o Nacimiento montado en el hogar o en aquellos instalados en asociaciones, hermandades o conjuntos monumentales (como por ejemplo, en San Luis de los Franceses), los pilares fundamentales son, por casi imperativo legal, el Niño, la Virgen y San José, las demás figuras aparecerán o no, serán de mayor o menor tamaño y, en definitiva, complementaran la Sagrada Escena representada. En esta ocasión, vamos a dar algunos detalles sobre elementos o seres que suelen estar presentes en estas representaciones, y, como siempre, vayamos por partes. 

La tradición establece que fue San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, quien decidió escenificar, incluso con animales reales, el Nacimiento del Niño Dios, celebrando así la Misa de Nochebuena y dando carta de naturaleza a una práctica que poco a poco se iría extendiendo por Italia en primer lugar y por toda Europa en lo sucesivo. Como sabrán los lectores, hay belenes prácticamente de todo tipo, desde los de estilo napolitano, traídos a España en el siglo XVIII por el rey Carlos III, a los realizados en barro, madera y ¡hasta hielo!.

 


Como decíamos, la Sagrada Familia sería el epicentro de este tipo de conjuntos, pero paulatinamente se irán añadiendo otras escenas como la Anunciación a los Pastores, la Adoración de los Reyes Magos o incluso decorados como el castillo de Herodes, el río (opcional), el pueblo con sus tiendas y viviendas, en fin, todo un entramado casi urbanístico que muchas veces será más fruto de la buena voluntad que del criterio histórico, pero, ¡qué bonito resulta!. 

 


¿Y la mula y el buey? Sabemos que desde el siglo IV aparecen escoltando al Niño Jesús y que su presencia en el Portal de Belén ha tenido varios significados a lo largo de los siglos; por ejemplo, para algunos autores suponen el cumplimiento de la profecía de Isaías: "El buey conoció a su amo, y el asno del pesebre de su señor", para otros, siguiendo el evangelio apócrifo del Pseudo Mateo, serían fruto del carácter previsor del bueno de San José, quien habría usado a la mula como animal de carga para hacer más llevadero el camino de Nazaret a Belén a María, entonces ya casi cumplida de cuentas en su estado de buena esperanza y al buey como posible pago del impuesto reclamado por los romanos, ya que su venta le haría poseedor de una suma de dinero más que suficiente. 
 
San Jerónimo, considera a ambos animales como hecho histórico incuestionable, e incluso (como ha recogido el profesor Juan Manuel Martín García) Jacobo de la Vorágine, allá por el siglo XIII, afirmaba que "fuese que José preparara un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo... dice la historia escolástica que el buey y el asno respetaron el heno en que el Hijo de Dios estuvo reclinado, que se abstuvieron de comerlo". 


 

Por todo ello, hemos de entender que desde luego la presencia de ambos animales estaría más que justificada, de ahí su abundante representación en no pocas obras artísticas de todos los tiempos. 

Otro elemento poco destacado será ese mismo pobre pesebre. El ya citado de la Vorágine, autor de la Leyenda Dorada o recopilación de textos sobre santos y acontecimientos sagrados, afirmará que José y María se alojaron en:

"Un cobertizo público, situado, según la Historia Eclesiástica, entre dos casas. Tratábase de un albergue que había a las afueras del pueblo en un sitio al que acudían los habitantes de Belén en los días de fiesta, y si hacía mal tiempo se refugiaban bajo su techumbre para merendar o charla. Bien fuese que José prepara allí un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo, o bien, como opinan otros, que estuviese allí antes, a disposición de los campesinos de la comarca para dar pienso a su ganado cuando acudían a Belén con ellos los días de mercado, el caso es que en dicho cobertizo había un pesebre".


Por su parte, el pintor y tratadista sanluqueño Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, al relatar cómo debía un artista retratar ese espacio afirmaba que se trataría de:

"una cueva cavada en la muralla, lugar común donde solían acudir los pastores... la cual servía de establo donde se amparaban las bestias y, para este efecto, estaba su una parte de ella un pesebre cavado en la piedra, como afirma Brocardo. Aquí parió aquella dichosa noche la Santísima Virgen a Cristo nuestro Señor, Dios y hombre verdadero". 

Lo curioso del caso es que se conserva una reliquia del pesebre en la misma Roma, ¿Cómo es posible? Allá por el año 432, el Papa Sixto III decidió construir una gruta a semejanza de la de Belén para honrar tanto el nacimiento de Cristo como la maternidad de su Madre, sobre todo como respuesta frente a la herejía nestoriana que negaba esa maternidad divina de María. Esa gruta fue erigida bajo la primitiva Basílica de Santa María la Mayor y allí, enmedio de gran devoción, fue depositada una reliquia de madera del pesebre, que tras muchas vicisitudes, e incluso un robo por tropas francesas en el siglo XVIII, se conserva en un precioso relicario o "Cunabulum" ejecutado por el arquitecto, arqueólogo y orfebre romano Giuseppe Valadier, que alberga en su interior ese fragmento enviado al Papa Teodoro I de Roma por el Patriarca de Jerusalén San Sofronio en el siglo VII tras la invasión islámica de Tierra Santa. 

En noviembre de 2019, el Papa Francisco I obsequió con un fragmento de esa reliquia a la Basílica de Belén en Tierra Santa, siendo recibida con gran emoción por el Custodio de los Santos Lugares, el franciscano Fray Francesco Patton.

Como detalle anedótico, y ya que hablamos de reliquias, la Hermandad del Silencio conserva desde hace años un pequeño fragmento del velo de la propia Virgen María, en concreto un hilo. El relicario, realizado en 1944 es colocado anualmente en la delantera del Paso de la Virgen de la Concepción en su Estación de Penitencia de la Madrugá, siendo además venerado en los cultos anuales y solemnes del mes de diciembre.

Llegado este punto, y antes de finalizar, aprovechamos para desear a los pacientes lectores de este humilde blog unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nazca en nuestros corazones.

21 diciembre, 2020

Santa Paula.

 Ya que el tiempo litúrgico del Adviento toca a su fin y que en cuestión de días celebraremos la llegada del Niño Dios a nuestras vidas, ¿Por qué no visitar un lugar en el que la Natividad se vive todo el año? 


El Monasterio de Santa Paula, perteneciente a la rama femenina de la Orden Jerónima, fue fundado en 1473 por la sevillana Ana de Santillán, quien había pasado toda una serie de desgracias familiares, desde enviudar hasta perder a su única hija con apenas dieciocho años. Como respuesta a sus necesidades espiritual, la aristócrata sevillana se recluyó inicialmente en un beaterio, situado en la zona de San Juan de la Palma, donde compartió rezos y plegarias con otras mujeres, pero en su mente bullía la idea de crear un convento o monasterio y fundarlo, además, aprovechando unas casas de su propiedad y otras que poco a poco fue adquiriendo en la collación de San Román.

Finalmente, el 8 de julio de 1474 se hizo el traslado de las catorce beatas, ahora religiosas, con votos formulados solemnemente. No tardó en prosperar la incipiente comunidad jerónima, entrando nuevas vocaciones y comenzando a faltar espacio, pues ni la pequeña iglesia ni su coro tenían capacidad para el crecimiento experimentado. Ana de Santillán, dicen, oraba en busca de un benefactor que con su aportación económica solventase los problemas de espacio, incluso se habló de cierta marquesa que las visitaba con frecuencia. 

La tradición sostiene que en cierta ocasión, durante los rezos en el coro, se pudo escuchar una voz que claramente dijo: "Marquesa será, pero no esa". Y así fue, la Marquesa de Montemayor, Isabel Enríquez, esposa de don Juan de Braganza, y a la sazón nieta de Enrique III de Castilla, sería quien finalmente apoyó, y de qué manera, al Monasterio de Santa Paula, permitiendo la constitución de una nueva iglesia y dos coros. Doña Isabel fallecería en sus casas de la calle Francos el 29 de mayo de 1529, habiendo gastado en la empresa de Santa Paula el importe de sus joyas y hasta el sobrante de las rentas recibidas de la Corona de Castilla, lo que da idea del compromiso adquirido para con las monjas jerónimas.

Con el tiempo, se tomó la decisión de ejecutar una portada para la iglesia y para ello se recurrió al estilo arquitectónico más en boga quizá en aquella época: el mudéjar. A medio camino entre el arte islámico y el gótico, no se ponen de acuerdo los especialistas en la materia, el uso del ladrillo y la cerámica, junto con otros elementos especiales, hacen de este estilo uno de los de mayor personalidad y no sólo en el sur, sino en otras zonas de la península.

Serán Pedro Millán y Niculoso Pisano los elegidos para decorar la portada. Uno se encargará del modelado en barro, el otro del vidriado y policromía. El primero, prolífico autor del que poco se sabe, aunque sus obras pueden contemplarse, y disfrutarse, tanto en la Catedral hispalense como en el Museo de Bellas Artes. El segundo, italiano, permaneció en Sevilla durante treinta años, con vivienda propia en la actual calle Pureza, trayendo de su patria la técnica del azulejo plano y la estética renacentista y dejando obras tan importantes como el sepulcro de Íñigo López en la Real Parroquia de Santa Ana o el retablo de la Visitación en los Reales Alcázares. 

 

Finalizada la portada en 1504, consta  mediante una serie de arcos ojivales concéntricos sustentados sobre baquetones y realizados con ladrillos agramilados, cortados con una esmerada precisión; como fondo, toda una fantasía en azulejos, en la que aparecen figuras mitológicas, tarjas, trofeos militares, antílopes, mascarones... El arco aparece rodeado en su parte superior por un conjunto de siete relieves circulares, una guirnalda floral circunda cada uno ellos, en los que aparecen representados santos de especial importancia: Santa Elena, Santa Rosa de Viterbo (ejemplo de joven entregada a Dios), San Sebastián con San Roque (ambos abogados contra enfermedades como la peste o la lepra) San Antonio de Padua con San Buenaventura y San Cosme con San Damián (ambos médicos y mártires, patronos de los cirujanos). Como se ve, un buen "reparto" de santos protectores y ejemplares para salvaguardar las puertas del templo jerónimo. 

En el centro del arco, un precioso relieve circular, un tondo, de Lucca della Robbia nos representa una Natividad realizada al modo renacentista, llena de clasicismo y belleza. 

El historiador francés Davillier no dudó en afirmar tras contemplar la portada en el siglo XIX: «Pero si nuestra sorpresa fué grande la primera vez que vimos un monumento de esta importancia, aumentó todavía más a la vista de siete bajo relieves aplicados sobre la archivolta. Estos bajorelieves que ofrecen la más grande analogía con los de Lucca della Robbia, son de tierra cocida, enteramente esmaltados: el estilo y el modelo son muy notables y presentan los mismos esmaltes que los bajo relieves del célebre escultor florentino.» 

Pero no serán las únicas referencias a la Navidad que encontraremos en Santa Paula, pues incluso la propia santa llegó a vivir un tiempo en la misma Belén; merece la pena que visitemos su más que interesante Museo conventual, con la encantadora Sor Bernarda como anfitriona, y haremos el esfuerzo por "ignorar" azulejos del XVI o bordados del XVII, centrándonos en esta ocasión en varias muestras que nos hablan del Nacimiento de Cristo. 

En primer lugar, en la una pintura de grandes dimensiones de la Adoración de los Pastores, atribuida al napolitano Juan Do, discípulo de Ribera y que hace gala de un magnífico dominio del claroscuro, partiendo del Niño Jesús que recibe un poderoso haz de luz (¿o es al revés?). Los rostros de los pastores retratan tipos populares, con instrumentos musicales y animales domésticos de la época, casi se puede oler el heno del establo y escuchar los murmullos de quienes asisten a la escena. 

Tampoco podremos olvidar la presencia de varios Nacimientos, especialmente uno atribuido a Cristóbal Ramos (siglo XVIII) de pequeño formato o, especialmente el monumental Belén instalado todo el año con parte de sus figuritas realizadas por Fernando de Santiago; más que un Nacimiento, es una auténtica historia, pues en él vemos desde la Creación de Adán y Eva (el Pecado Original), hasta la Matanza de los Inocentes, pasando por la Visitación, la Natividad, la Adoración de los Reyes (vestidos éstos a la moda de Felipe III) y todo ello, sumado a las escenas populares y los coros angélicos, conformando un abigarrado conjunto lleno de detalles, en los que los caminos y los pasadizos, los puentes y los senderos, conducen al Nacimiento, de modo que habría que dedicar un tiempo más que merecido. 

Si al terminar la visita al Museo e Iglesia acudimos a la tienda de las religiosas, podremos disfrutar de sus exquisiteces y, a la vez, ayudar y colaborar para mantener abierto este tipo de conventos en los que el "Ora et Labora" cobran protagonismo, así que no sería mala idea visitar Santa Paula, y más en estas fechas que se avecinan. 

 Aprovechamos para desear a todos los lectores de estos humildes pliegos unas Felices Pascuas y que el venidero año 2021 sea al menos un poquito mejor que este malhadado 2020 que todos deseamos que se marche.

23 diciembre, 2019

Una Puerta para nacer.

    Teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontramos, hemos decidido en aquesta ocasión que sería bonito dar pormenores sobre algo que en estos días se visita, se contempla y se disfruta, tanto por niños, como por mayores: nos referimos a los tradicionales Nacimientos o Belenes, que se instalan por instituciones, hermandades, asociaciones o entidades con el fin de recrear, con mayor o menor fortuna, el entorno de esa Belén de Judea donde nació Jesús de Nazaret. 
 
    Líbrenos Dios hablar de ríos de papel de plata, figuras de animales del más diverso pelaje o pastores y reyes encaminados al pesebre, aunque desde luego vaya desde aquí nuestro más sincero homenaje hacia esas personas que durante los meses previos a la Navidad se desviven en el montaje de sus Belenes, y que luego los muestran y comparten con amigos e invitados.


    Vamos a hablar, pues, de uno de los Nacimientos más antiguos de Sevilla, si no el que más, y que ha dado nombre incluso a una de la puerta de la catedral hispalense, aunque esa puerta, por la que entran las cofradías en las jornadas de Semana Santa sea nombrada con otro nombre.



    Pero vayamos por partes.



    A comienzos del siglo XV, los canónigos de la Catedral, un poco cansados de mantener en pie la primitiva mezquita mayor musulmana convertida en primer templo de la ciudad desde 1248, acometieron la fabulosa tarea de realizar una nueva catedral, tan imponente, que según se decía entonces, los canónigos formularon una frase que pasaría a la historia: «Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos».



    Las obras, al parecer, arrancaron en 1434 por lo que serían los pies del templo, esto es, la zona contraria al altar mayor, lo que ahora es el testero correspondiente la actual Avenida de la Constitución, y fueron desarrollándose con lentitud, derribando zonas constructivas de la etapa almohade/cristiana y levantando elementos góticos. La llamada “piedra postrera” sobre el cimborrio se colocará el 10 de octubre de 1506, aunque los trabajos seguirían. Vamos, que 72 años dieron para mucho.



    Como buena catedral, necesitaba puertas (“postigos”) de acceso, y por tanto no es de extrañar que en el plano original, reencontrada una copia suya en el convento de bidaurreta en Oñate (Guipúzcoa), aparecieran. El edificio proyectado, aún sin cuantificar sus dimensiones, era colosal: 5 naves con 32 pilares exentos, 22 unidos a estribos, 4 pilastras, 9 puertas y un total de 20 capillas laterales, se da la curiosidad de que la catedral de Sevilla y la de México son las dos únicas en el mundo que poseen dos puertas en sus cabeceras.



     Y ya que hablamos de puertas... como ven, corremos el riesgo de siempre, el de irnos por las ramas y no centrar el tema. Lo retomamos, pues, si les parece.



    Mencionábamos la fachada del lado Este de la catedral en la que destacan las portadas del Bautismo y de la Asunción, puerta ésta que solo se abre en ocasiones excepcionales, como la llegada de un nuevo prelado a la sede hispalense. La tercera puerta, la que nos interesa, se sitúa en el extremo más próximo a la Puerta de Jerez, casi en la esquina con la calle Fray Ceferino González, muy cerca, por tanto, de la antigua Lonja de Mercaderes o actual Archivo de Indias.



    Desde siempre se la ha llamado “de San Miguel”, pero ¿por qué? Pues porque enfrente, se hallaba el llamado Colegio de San Miguel, propiedad de la Catedral y en el que estudiaban los niños (unos 40) que luego pasarían a forma parte del personal subalterno del primer templo de la ciudad como sacristanes, peones o intregados en la escolanía o de los propios Seises bajo la supervisión del Maestro de Capilla. Andando los siglos el colegio desaparecería y se construiría el moderno edificion de la plaza del cabildo (donde venden sellos y monedas en las mañanas dominicales), quedando como recuerdo de aquella antigua etapa la portada de estilo gótico mudéjar que da a la propia Avenida de la Constitución.



    Al lado de la puerta propiamente dicha, aparece una lápida que indica que nos encontramos en el “Quartel A, Barrio 1, Manzana 13”, resto de la organización urbana que realizó allá por 1769 el Asistente Pablo de Olavide. Y justo delante, seguimos con detalles, hay en el suelo una inscripción que recuerda que allí arranca ni más ni menos que el camino jacobeo, el camino para los que peregrinen desde Sevilla a Santiago de Compostela.



    En la portada del Nacimiento, como pueden imaginar los oyentes, se desarrolla el comienzo del Nuevo Testamento, escrito por los cuatro evangelistas, y la difusión del mensaje cristiano junto con los orígenes de la Iglesia hispánica, representada por el primer obispo de Sevilla, San Laureano y el mártir San Hermenegildo. 



     Es curioso, pero en este caso la parte escultórica más antigua son los altorrelieves en piedra que rodean los tímpanos y que se ejecutaron a mediados del siglo XV en sincronía con la decoración arquitectónica realizada por los entalladores; la calidad de la piedra dificultó su calidad plástica pero son obras de bastante interés. 

 



      Los siete profetas y el ángel de la portada del Bautismo fueron realizados en 1449 y presentan una talla más detallista, más trabajada y unos rasgos formales diferentes a los ángeles de la portada del Nacimiento. En esta última, seguimos a la profesora Teresa Laguna, los paños de las figuras son menos angulosos, los rasgos faciales más inflamados y los cabellos tienen distinto volumen; responden claramente a la obra de un escultor distinto que trabajaría inmediatamente después.



     ¿Un escultor distinto? En 1804 Ceán Bermúdez las atribuyó a Lope Marín, escultor de la primera mitad del sigloXVI, y su opinión fue compartida por posteriormente hasta que Francisco Tubino en 1877 hizo una leve referencia al trabajo de Mercadante de Bretaña. Pocos años después, un viejo conocido de este programa, José Gestoso, alcanzó a leer las dos cartelas de los profetas de la portada del Bautismo y señaló el trabajo de Pedro Millán al cual, por extensión, atribuyó prácticamente la totalidad de las imágenes de estas dos portadas occidentales.



     Sin embargo, en 1911, será el eminente historiador granadino Manuel Gómez Moreno quien llame la atención de manera irrefutable sobre el carácter flamenco de dichas esculturas y las relacione con un sepulcro conservado en la propia catedral: el del Cardenal Cervantes,  firmado por Mercadante de Bretaña. Su acertada teoría fue aceptada por otro gran investigador (en este caso nacido en Valverde del Camino) Diego Angulo y la mantienen todos los historiadores desde entonces.



    ¿Cómo llegan las formas artísticas flamencas a Sevilla? Se constatan, poco a poco, a partir del segundo tercio del siglo XV, y en escultura está relacionada documentalmente con la llegada de Lorenzo Mercadante de Bretaña para realizar, a requerimiento del Cabildo, el sepulcro de Don Juan de Cervantes, cardenal de Ostia y uno de los prelados más influyentes de este período, que fue arzobispo de esta diócesis desde 1449 hasta su fallecimiento. La figura del cardenal y la importancia del encargo hicieron necesaria la presencia en esta ciudad de un escultor de reconocido prestigio, y cuatro meses más tarde «Maestre Lorenço, mercader imaginero» llegó a Sevilla y percibió seiscientos maravedíes por su viaje desde Francia; a finales de 1454 tenía casi concluida la escultura yacente del prelado y había realizado para la Catedral una escultura en alabastro de la Virgen. En el sepulcro, tallado en alabastro entre 1454 y 1458 para la capilla de San Hermenegildo, contrastó con acusado realismo los rasgos del prelado con la riqueza plástica de sus vestiduras litúrgicas y en el túmulo confirió un tratamiento flamenco no sólo a las imágenes sino incluso a los ciervos de los escudos; es la única obra que firmó y por su calidad destaca entre la escultura funeraria contemporánea.



    Tenemos, pues, Antonio, a un escultor de primera linea como Mercadante y un material quizá no tan manejable o noble como el barro, pero el resultado constituye una escena fundamental para entender la Natividad en Sevilla.



    En el centro, figura central, está el Niño, dejado sobre las pajas, y sobre él un coro de ángeles que cantan gozosos su nacimiento. Las figuras de la Virgen y San José, vestidos de traje de época del artista, están en actitud de adoración, con manos orantes. Detrás de la Virgen surgen las cabezas del buey y la mula, asomadas desde el establo para completar el misterio. Y detrás de San José, una pastora con regalos para el recién nacido. Sobre las figuras, unos tejadillos góticos ponen un signo de acogida y recogimiento a la escena. A los dos lados, unos pastores que reciben con gozo el anuncio del ángel, en un relieve menos marcados, y una vista de Belén, esto alarga la escena central hacia dentro, dándole una mayor profundidad.



     Esta figura de la pastora, escribe el padre jesuita García Gutiérrez, es de lo más interesante del arte gótico, en que ya se manifiestan abiertamente los sentimientos al exterior: la pastora ríe de alegría, mientras mira a la escena de la Sagrada Familia. La risa abierta aparece algunas veces como un gesto de la maestría a que ha llegado la escultura gótica. Igual puede verse en el rostro del Profeta Daniel, en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela. Esta manifestación abierta de los sentimientos indica una alta perfección en el arte, que con más facilidad, y anterior en el tiempo, muestra la pena que el gozo de la escultura.


     Terminamos nuestro pliego navideño, no sin antes desear a quienes lo leyeran unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nos colme de bendiciones.

23 diciembre, 2015

Tengan Felices Pascuas.-


Reciban al presente nuestra más sincera felicitación ahora que está presta a celebrarse la Pascua de Navidad; este que escribe aprovecha para desear general disfrute y regocijo para vuestras mercedes, a la par que alzamos copa para desearles en el venidero año toda suerte de mercedes y venturas.

Que Dios nuestro Señor nos guarde y proteja y sigamos leyéndonos por estos lares, sabedores de que contaremos con vuestra benevolencia y caridad como hasta ahora. 

Felices Pascuas. 

En Sevilla, a 23 de diciembre, festividad del polaco San Juan de Kety.

21 diciembre, 2012

La Noche de los Tiempos.-

 Acercábase Fiesta de la Natividad en aquel año de Gracia de 1694 y paseábamos gélida y húmeda mañana como en nos era usual por collación de San Salvador a fin de contemplar avance de obras de edificación de su portentosa Colegial, si bien esta no fuera concluida hasta siglo siguiente como es público y sabido.


 Trabamos animada conversación junto a andamiajes, escombros y tablazones con cierto Licenciado, apellidado Martín Braones, quien andaba por aquellas calendas solicitando dádivas para rematar tan costosa obra, entregando a cambio hermosa recopilación de poemas (Octavas Reales, creemos recordar) que exhortaban a sevillanos y extranjeros a sufragar con sus reales la fábrica de antedicha Colegial.

Tras entregarle unos maravedís, como era nuestra hispalense obligación, resolvimos abandonar lugar por ser poco hospitalario y escudriñar refugio seguro en cierta taberna próxima. Ante jarrillo de aguardiente, que desempolva estómagos y aviva ánimos, sostuvimos animado coloquio sobre lo divino y lo humano y para concluir cháchara nuestro tocayo, pues respondíamos ambos a mismo nombre, escribió con rápida letra y mejor traza este precioso y preciso poema que gentilmente nos brindó como prueba de afecto y que agora ofrezco a nuestros amados lectores como premio a su paciencia con aquestos pliegos y con mis mejores parabienes para esta Pascuas que nos aprestamos a vivir:
  
“Llegó la deseada feliz hora
En que el dichoso vientre de María
Dio la suma riqueza que atesora,
Restituyendo al mundo la alegría.
Virgen después del parto esta Señora
Quedó, que el Sol divino que nacía,
Su intacta candidez dejando entera,
Pasó por la sagrada vidriera.

Llega alma mía, llega sin pereza.
Verás de Dios las altas maravillas,
Su gloria, inmensidad y su grandeza
Reducida a pañales y mantillas.
Llega, llega a adorarle con presteza,
Pues que dejan los ángeles sus sillas
Por poder de más cerca contemplarlo,
Mandando el Padre bajen a adorarlo.

Dadle la feliz nueva a los pastores
De que el eterno Sol ya tiene Oriente.
Que vengan a adorar los resplandores
De aquesta luz que alumbra a toda gente.
Lleguen, pues, y, vencidos los temores,
Al Niño adoren con efecto ardiente,
Pues le gustan, si bien se considera,
Hombre de voluntad pura y sincera.”


11 diciembre, 2012

Alameda.-

Si durante mis tiempos aqueste lugar gozó de escaso predicamento, habría que buscar causa dello en lo maloliente del mismo, pues era zona que inundábase con no poca frecuencia y a la que vertíanse aguas fecales e incontables inmundicias.


 Hubo de ser el Asistente Conde de Barajas, allá por el año de gracia de 1574,  quien tomara cartas en el asunto ordenando drenar aguas, prohibir echar porquerías colocando incluso alguacil al efeto y embellecer tal sitio plantando hileras de árboles y añadiendo en sus extremos sendas y marmóreas columnas de mármol costosamente traídas de la collación de San Nicolás y procedentes de pagano templo.

Sobre ellas colocáronse efigies de Hércules y Julio César, encargadas a un tal Diego de Pesquera, fundador de la ciudad el primero y ejecutor de sus murallas el segundo al decir de sesudos eruditos de antigüedades y añadiéndose además laudas en honor de Sus Majestades Carlos I y Felipe II, monarcas ejemplares en toda regla.


Andando los siglos, convirtióse tal Alameda en animado salón para paseo y solaz de sevillanos, con incluso kioscos y tenderetes.

No ha muchos días caminábamos por dicho lugar y comprobamos cómo parece ser que retornan bullicio y animación, incluso con curiosos adornos que nos dicen navideños.


No faltan incluso máquinas (endemoniadas, sin duda) que llevan gente de una parte a otra sin necesidad de tiro animal, pero si hubo algo que provocó sorpresa en nuestro ánimo fue presencia de ciertos animales poco vistos en estos lares y que hallábanse pacíficamente asentados en plena Alameda sin que sepamos a ciencia cierta su utilidad a no ser como transporte de personas, aunque vaya en descargo nuestro que no es primera ocasión que los contemplamos en estas calendas de Adviento.


02 enero, 2012

Cartas a Ellos


Venerables y Estimados Magos:

A la hora de redactar la presente en principio pensamos en recurrir a servicios de escribano o amanuense que habitualmente tenían covachas en la Plaza de San Francisco, pero allí lo único que hemos hallado son modernos comercios y ningún rastro dellos, por lo que os rogamos os apiadéis de nuestra caligrafía y de nuestra torpe expresión.

Alentados por algunos deudos hemos decidido haceros llegar la presente pues estiman aquellos que es cosa atinada si pretendemos alcanzar la gracia de alguna dádiva u obsequio por parte de Vuesas Majestades y que, a manera de examen de conciencia, hagamos relación de cómo nos hemos portado en anterior año.

Diremos primeramente que nuestro comportamiento ha sido rayano en perfección, que hemos sido fieles seguidores de los precetos y normar de la Santa Madre Iglesia y que hemos respetado vigilias, ayunos y abstinencias, aunque no hayamos sido de diaria misa al menos sí hemos sido caritativos en grado sumo compartiendo mesa, mantel y vino con nuestro amado prójimo cada vez que éste nos lo ha requerido, por no hablar de asistir a procesiones y fiestas religiosas a las que tan aficionada es esta ciudad.


En cuanto a repaso de los Capitales Pecados, reconoceremos, no sin cierta aflicción que nos hemos esforzado denodadamente en su cumplimiento, aunque en algunos dellos (como es gula, soberbia, ira o envidia) habremos de realizar mejora en efeto, en otros sí hemos actuado como si de legos cartujos se tratare (y no, no aludimos a pecado de lujuria) pues tampoco nos tenemos por perezosos ni por avariciosos, máxime cuando escasean  labor y caudales.

Por todo ello, Majestades, y haciendo relación somera de nuestras postulaciones, (dejando a un lado cosas comunes como salud, trabajo y demás) os rogaríamos para nos máquina que dicen existe para elaborar dineros, mas dudamos sea acertada idea por poder terminar con nuestros huesos en la Cárcel Real, por lo que nos conformaremos con lograr honrado sustento merced a trabajo u oficio, que no nos tenemos por ociosos.

Para esta Ciudad os imploramos lo mismo, que una cosa llevará a la otra aunque la añorada prosperidad alcanzaríase si nuestros gobernantes pusiéranse las baterías (como ahora dice el mocerío en su particular jerga o germanía) al igual que os rogamos nos regaléis escoba con la que desembarazar suciedades, desmanes e infortunios, aparte de barrer con ella a indeseables y bellacos, que abundan no poco.


Os impetramos, igualmente, que no quede infante sin juguete, ni mozo sin presente, ni adulto sin regalo, ni anciano sin presente. Vuesas mercedes, en su insondable sabiduría, sabrán qué conviene a cada cuál y en qué cantidad según su comportamiento.

No es intención nuestra cansaros en demasía, de manera que os hacemos envío de misiva, aguardaremos con ilusión vuestra llegada, no demoraremos introducirnos en el lecho  y tened por seguro que en nuestra humilde morada podréis avituallaros, que para ello dispondremos viandas y licores que esperemos no turben vuestro ánimo en tan atareada noche de trabajos.

Dada en Hispalis, Calendas de enero del año del Señor, vísperas de la Fiesta de su Epifanía de MMXII. Sello de cuatro maravedís. (Hay una firma ilegible)

Post Data: ¿Podríais evitar la lluvia entre el primero y octavo día en el mes cuarto? Agradecidos quedaríamos no pocos.